Reconoce abusos y maltrato sobre la hija de su pareja y entrega 20.000 euros para reparar el daño
La Audiencia de Cantabria dicta sentencia en los términos del acuerdo alcanzado por las partes, y le condena a un año y diez meses de prisión por abusos y maltrato habitual
- Autor
- Tribunal Superior de Justicia (Cantabria)
Santander, 3 de abril de 2025.-
La Audiencia Provincial de Cantabria ha condenado hoy a un año y diez meses de prisión a un hombre por abusar continuadamente y maltratar de forma habitual a la hija de la que fue su pareja, desde que la niña tenía diez años hasta los trece.
El juicio estaba señalado en la Sección Primera de la Audiencia de Cantabria para la mañana de hoy, pero al inicio del mismo las partes han alcanzado un acuerdo.
El acusado, que ha consignado judicialmente los 20.000 euros que reclamaba la fiscalía como indemnización, ha reconocido los hechos, por lo que ha sido condenado como autor de un delito de abuso sexual continuado a menores y un delito de maltrato habitual con la concurrencia de las circunstancias atenuantes de reparación del daño y dilaciones indebidas.
Además de la pena de prisión, la Audiencia le impone una medida de libertad vigilada de cinco años, le inhabilita para trabajar con menores durante doce años, le prohíbe aproximarse y comunicar con la chica durante ocho años, y le priva del derecho a la tenencia y porte de armas durante tres años.
Según los hechos del escrito de la fiscalía que se han llevado a sentencia, el acusado y la menor vivían en el mismo domicilio y durante el periodo que duró esa convivencia él “desempeñó sobre la niña una función de cuidador y responsable, de la cual se aprovechó para realizar sobre ella numerosos tocamientos con fines libidinosos”.
Así, “aprovechando los ratos en los que se hallaba a solas con ella, la obligaba a desnudarse delante de él, y se tumbaba con ella en la cama tocándola el pecho, las nalgas y la vagina”.
Añade la fiscalía que la niña “consentía sin expresar particular oposición dada la autoridad que el acusado ejercía sobre ella y por su corta edad”.
Por otro lado, durante la convivencia “la sometió a frecuentes insultos y desprecios, golpeando reiteradamente a la misma con manotazos en brazos y espalda, propinándole bofetadas e incluso alguna patada”.
La situación se mantuvo hasta que la menor se marchó a vivir con su abuela, quien a partir de entonces ejerció la guarda de la niña y formuló denuncia por estos hechos.